Días de demasiado estrés, demasiados cambios y demasiadas permanencias. Estoy sola en el departamento, tengo mucho trabajo que hacer, mucha ansiedad acumulada, no puedo caminar, y hace un día espléndido. ¿Qué mejor que dejarme sorprender con las actualizaciones de webs que me gustan con cosas bonitas?
Un fotografía de Ryan McGinley descubierta gracias a Malos tiempos para la lírica. Acompañada por otras fotos vintage de cuerpos jóvenes, en una exposición.
En Santiago hay perros por todas partes. Yo creo que aquí a los restaurantes chinos les tira más la carne de gato. He llegado a ver hasta ocho perros durmiendo en un trozo de césped junto a un edificio de la municipalidad. Pero lo que no había visto nunca era esto. Era tan... ¿humano?
Llevo tanto tiempo sin escribir, que he decidido continuar como si así no fuera.
Disfruto de unos días al sol del invierno santiaguino, sin clases. Esta semana se celebran en todo Chile las Fiestas Patrias, en conmemoración de los 199 años que lleva de independencia de España. Como todos podéis imaginar: baile, comida -mucha comida- y alcohol -mucho alcohol-. Pero como todo no podía ser bueno, los dioses chilenos me han brindado otra travesura de las suyas, y voy a pasar las fiestas con un maravilloso esguince en el tobillo y unas estupendas muletas, que me han salido bien baratas. No os preocupéis que, aún así, mal no me lo paso. Lo que más rabia me da es no poder aprender a bailar el baila tradicional, la cueca, que cada vez me gusta más. La cueca intenta emular la forma de cortejo entre un gallo y una gallina. Todo es juego y seducción. Sobre todo, la que más me gusta, es la cueca brava, donde ésto que os digo queda más patente. Os pongo un vídeo de ejemplo: